viernes, 19 de abril de 2013

...porque la "movilidad exterior" no es la única respuesta

Carlos Garmendia • Bilbao




Estamos cansados de oír que de la crisis saldrán cosas positivas, que es tiempo de oportunidades y de abrir nuevas puertas y que gracias a la situación que vivimos muchos se reinventarán y acabarán reforzados. 
Sinceramente no creo que sea un momento mejor que otro anterior para que esto sea así, seamos realistas, todo es más complicado ahora mismo y mover cualquier cosa cuesta mucho más esfuerzo que hace sólo 5 años, la única razón para tomar decisiones importantes ahora es la necesidad, siendo el acomodamiento natural e innato del ser humano lo que nos impedía hacerlo en épocas tranquilas.

Sea por dicha necesidad, sea por el tiempo que muchos tenemos para pensar, lo que sí es cierto es que dentro de este contexto deprimido, la capacidad de reinventarse de las personas (todavía deficitario respecto a la capacidad de acomodarse) despierta y conlleva situaciones nuevas e interesantes.
Dentro de nuestro mundo laboral, rodeados de profesionales de la arquitectura, de la fotografía, del diseño o la ilustración, gente que del mismo modo puede trabajar solo o asociado, con necesidad de un espacio de trabajo, con el eterno problema de la vida del autónomo, se ha abierto un campo (movido por la necesidad eso sí) hasta ahora cerrado por otra característica típica humana tan extendida como dañina, la individualidad. Hasta hace bien poco cada uno de nosotros debía tener su propio despacho, o su taller, o lo que fuera, pero suyo, eso sí…sólo suyo. Pues bien, ahora que ya no podemos pagar nuestro despacho, ni nuestro taller, ni nuestro lo que sea es cuando nos vemos obligados a dejar de lado nuestra individualidad (instinto de supervivencia mediante) y vislumbrar otro contexto, compartir un espacio común.
Nos hemos visto obligados a compartir espacio…el paso siguiente es inmediato: compartir conocimientos, y de ahí a producir sinergias la distancia es nula.
Y así volvemos al principio, la crisis no es positiva, pero nos ha obligado a cosas que de otro modo seguramente no habríamos hecho y por ahí hemos pasado de estar encerrados en nuestro puesto de trabajo, solos y ensimismados, a compartir espacio y experiencias con otras personas, que además de aportarte beneficios personales pueden enriquecer tu vida profesional y, al fin y al cabo, abrirte el abanico de posibilidades de un mundo laboral tan complicado como el actual.
Y todo esto es lo que ya se conoce sobradamente como “coworking”, cada vez más extendido y evolucionado.
Seguramente (y conociéndome) no habría indagado más de la cuenta en este mundo de no ser porque 2 grandes amigos se han lanzado a montar uno de estos espacios en el centro de Barcelona y porque de verdad me han hecho creer en su utilidad, en su función dentro del contexto actual y en lo que de él puede salir. Quizás es muy bucólico lo que me imagino pero pensar en, como arquitecto, compartir espacio de trabajo y ayuda con un diseñador gráfico, un fotógrafo, una abogada y una periodista (por poner un ejemplo) me parece tan bonito como práctico.
Estos amigos acaban de inaugurar La Colecta, un espacio donde poder llegar a crear estas sinergias, a avanzar en una formación profesional más extensa y trabajar por mucho menos dinero de lo que nos costaría nuestro propio estudio, otro fruto más de la necesidad actual que puede terminar en algo bonito. Así que ya sabéis, si vivís en Barcelona lo tenéis fácil, porque la “movilidad exterior” de la que nos habla alguna política no es la única respuesta…

 



1 comentario:

  1. Pues habrá que pasarse por allí. Muy interesante la iniciativa!

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