Leva Moreno - Estrasburgo_Sevilla
Acostar:
(De costa2).
1. tr. Echar o tender a alguien
para que duerma o descanse, y con especialidad en la cama. U. t. c. prnl.
Dos
lecturas simultáneas de diferentes pasajes de ‘Histoire de chambres’, (‘Historia
de las alcobas’ en español) de la historiadora francesa Michelle Perrot.
Dos fragmentos distintos elegidos casi al azar.
Compartimos
las conclusiones entremezcladas -como siempre- no solo entre ellas, con el
vaivén de los dos textos visitados, sino entremetiendo algunas cosas que siempre andan por el cajón desastre.
Deslizándonos
por las páginas digitalizadas, que describen desde las diferentes funciones que un niño
puede darle a una cama-cabaña, fortaleza contra los monstruos, campo de
juegos-hasta la explicación detallada de la genealogía del espacio destinado a
los más pequeños de la familia o cómo actualmente las normas clásicas de
disciplina van difuminándose y la cama deshecha, la luz encendida o la ropa y
los juguetes esparcidos por el suelo ya no son un problema tan grave.
La ‘habitación para sí/uno mismo’ (para escribir,
soñar, amar o simplemente dormir) es una invención relativamente reciente que,
a pesar de presentarse hoy como el estandarte de la individualidad, es sin
embargo menos universal de lo que creemos. De hecho, los japoneses lo ignoran.
A finales del XVIII en la casa, antes de LA (única)
habitación, estaba la sala. Antes de ésta, prácticamente nada. Poco a poco, a
lo largo del XIX, el espacio se va ordenando y llenando de muebles. En el
proceso por el cual una familia pasa de vivir en una habitación compartida a individualizar su presencia en la casa,
deja un triste reguero de adulterios, parricidios e infanticidios.
Aparecen la calidez de las sábanas, la luz, las normas
de ventilación de los higienistas, el honor de contar con un rincón propio, de
la aventura personal que supone el escondite, el difícil paso de la cuna a la
cama, el placer de no ser visto u oído, o el desafío, durante la infancia, de
romper con las normas establecidas e irrumpir en la cama de los padres, si es
acompañado de hermanos, mejor aún.
En una habitación, el corazón de la intimidad, nunca
debe trascender lo que ocurre por muchas razones. Las principales, el pudor y
el deseo de esconder la sexualidad.
La alcoba conyugal está ligada a la pareja, elemento
central en la historia de la familia, de la vida privada y de la sexualidad. En
Occidente, desde la antigüedad griega, se ha puesto sobre la pareja
heterosexual el fundamento de la alianza (y también del amor), y se le ha
reconocido un lugar específico en la casa, de acuerdo a dicha legitimidad
inventada.
Portada de la ed. francesa Êd.Seuil 2009 |
Respete la intimidad del hijo, déjelo vivir al margen, en su dominio, respete su deseo de soledad; nadie podría sobrevivir sin
secretos, sobre todo si se trata de un adolescente; libertad, intimidad,
individualidad son las premisas principales para el niño, que después se
convertirá en adolescente y seguramente en adulto y vivirá parte de su madurez aún en la casa parental, dadas las condiciones sociales
y económicas.
Al menos, con el espacio particular, uno puede enfermar tranquilamente. Sin
embargo, en la habitación única de una casa pobre se mezclaban todos los
espectáculos, la miseria de cada uno en los ojos de todos.
Los jóvenes sirvientes duermen alrededor de la escalera, como siempre...
he aqui el gran dilema!Pero yo sigo sin tener claras mis preferencias,el espacio único o lo compartimentado? Me encanta la reflexión que habeis hecho!pero sigo con mi prqueño dilema personal...
ResponderEliminarhe aqui el gran dilema!Pero yo sigo sin tener claras mis preferencias,el espacio único o lo compartimentado? Me encanta la reflexión que habeis hecho!pero sigo con mi prqueño dilema personal...
ResponderEliminarUna reflexión muy interesante. No sé si está directamente relacionado, o sólo de pasada, pero coincide el tema con un párrafo que acababa de leer de "Historia del S. XX" del recientemente fallecido Eric Hobsbawm. Dice así:
ResponderEliminar[...]La tercera transformación, que es también la más perturbadora en algunos aspectos, es la
desintegración de las antiguas pautas por las que se regían las relaciones sociales entre los seres humanos y,
con ella, la ruptura de los vínculos entre las generaciones, es decir, entre pasado y presente. Esto es sobre
todo evidente en los países más desarrollados del capitalismo occidental, en los que han alcanzado una
posición preponderante los valores de un individualismo asocial absoluto, tanto en la ideología oficial como
privada [...] Una sociedad de esas características, constituida por un conjunto de individuos egocéntricos
completamente desconectados entre sí y que persiguen tan sólo su propia gratificación (ya se le denomine
beneficio, placer o de otra forma), estuvo siempre implícita en la teoría de la economía capitalista"