jueves, 15 de marzo de 2012

Esto no es el Cabanyal

Salva • Loubaut


Primero, una pequeña lección de historia:

Estamos en Valencia, ciudad que nació junto al Río Guadalaviar, que hoy se llama Túria, a unos cuatro kilómetros de la costa mediterránea, allá por el año no sé cuántos antes de Cristo.
Haciendo un salto en el tiempo de un montón de siglos, encontramos que no muy lejos de allí, de manera completamente natural, comenzaron a surgir pequeños núcleos de población, 4 calles y 4 casas insignificantes y de nombre medio apitxat: Benimaclet, Natzaret, Beniferri, El Cabanyal, Patraix, Campanar, Benicalap…
Este bonito mapa anónimo, realizado en 1880, ya demuestra que la mayoría de estos pueblitos habían empezado a nacer.

(Me gustaría saber qué historias contarían esas casas semiaisladas si todavía estuvieran en pie, pero ese es otro tema)



Hacemos un nuevo salto en el tiempo, esta vez bastante más corto, para ver que Valencia crece mucho y se hace mayor. Tuvimos un despegue económico en toda España a partir de 1960 más o menos, y pasó una cosa que alguien tuvo a bien bautizar con el nombre de baby boom.
La ciudad, al igual que muchas otras, se expande en superficie, y lenta pero segura comienza a engullir los municipios que encuentra a su paso. Pasamos de tener pueblitos a tener barrios, y pasamos de tener huerta a tener calles.
Si queréis, podemos llamarlo progreso.


Área metropolitana de Valencia, años 1950, 1970 y 2000


Segundo, una pequeña dosis de realidad:

Estamos en mi barrio, podemos llamarlo Ayora, corre el año 2012, y andamos por la acera. Cruzamos algún parque, medianas semidesérticas, edificios repetidos. Pasamos por la puerta de 4 bancajas, 7 kebabs, 10 mercadonas y 14 tiendas de chinos. Por cada persona que vemos podemos contar, aproximadamente, 3.7 coches: circulando, en los semáforos, aparcados en paralelo, cordón y batería, en segunda y hasta en tercera fila. En un momento dado llegamos a la calle de la Industria, a la de la Conserva y a Peris Brell, y la imagen cambia y la escala se reduce.

La Calle de la Industria
Valencia está salpicada de zonas con viviendas unifamiliares, que a veces incluso cuentan con un pequeño jardín a la entrada, construidas durante las primeras décadas del siglo pasado. Siguen en pie sin hacer mucho ruido, pues han quedado empequeñecidas ante tanto bloque de ladrillo. Sus calles son más estrechas y en ellas, que yo lo he visto, el ritmo de los coches frena un poco.
Seguimos andando tranquilamente, con esperanza de que este pequeño pueblo dentro de la ciudad nos dure un buen rato. No tenemos suerte, y de repente nos ataca el gran monstruo urbano, el terror del ciudadano: El Solar. Y esta vez no hay solo uno: 4 solares compartiendo cruce, sucios y llenos de escombros, vallados, con sus medianeras rotas y sus vestigios de la vida anterior, juguetes mutilados, azulejos partidos, ropa sucia.
Como yo soy del barrio me digo, "esto me suena raro, aquí antes había algo", y sin hacer mucho esfuerzo recuerdo que por estas calles paseaba yo, y a veces hasta hacía fotos, y solía ver casas abiertas con gente mirando la tele en su interior, y había pocos coches y algún niño correteando, y una lavadora en la acera, y un hombre que pegaba gritos a su vecina Mariamparo.
Pero hoy ya no queda nada. Todo eso lo han demolido.

Medianeras y solar entre las calles Marino Albesa y Guillem de Anglesola
Imágenes tomadas desde el mismo punto:
a. Imagen actual de Google Street View
b. Fotografía del autor realizada el 15/01/12


Imágenes tomadas desde el mismo punto:
a. Imagen actual de Google Street View
b. Fotografía del autor realizada el 15/01/12


Y tercero, unas últimas palabras:

Aquí llevamos años hablando de El Cabanyal, y de la estupidez que quieren hacer con la excusa de revitalizarlo. Pero la verdad es que Valencia está llena de pequeños cabanyales anónimos por los que nadie lucha, y que se extinguen sin querer mientras nosotros miramos a otro lado.
No sé si las casas que han destruido tenían 70 o 120 años; si había alguna protegida; si estaban en buen estado, si estaban regular pero se podían restaurar, o si era más fácil tirarlas abajo; si sus habitantes las tenían en propiedad, alquiladas u ocupadas; si existían muchos problemas de orden social, desempleo, marginación, pobreza, o drogas en la zona; para ser sincero, no he hecho ningún estudio ni investigación antes de escribir todo esto.
Yo solo sé que me gustaba caminar por ahí.
Me gustaba caminar por unas calles que ya no existen y estar rodeado por unas casas que son escombros, y me pongo triste porque pienso en el futuro y pienso en cuál es la ciudad que queremos, y creo que la teníamos delante y la hemos destruido, y me da miedo imaginar lo que van a construir y no poder pararlo, y me doy cuenta de que así es como se matan las ciudades y como se mata su vida y la de sus habitantes.

Esta casa ya no existe
Que en paz descanses, Valencia.


• Texto de Salvador Carrascosa
• Fotos de Salvador Carrascosa y de Google Street View, cartografía extraída de internet

2 comentarios:

  1. Genial Salva, muy acertada la reflexión.

    "que tanta paz lleve, como paz deje"

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  2. A fecha de 26/10/2014, PROARA (Promotores aragoneses) ha creado un 5º solar y tiene toda la zona parada con un estado de abandono y 3 años de retraso. Ayuntamiento y oposicion ya no saben que hacer para que esta empresa se ponga ya manos a la obra.

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