El horizonte de Barcelona sigue cambiando.
Ese horizonte entre tierra y mar.
Te subes a una montaña.
Al Carmelo, por ejemplo.
Y miras hacia abajo.
Y ves tres cosas.
La ciudad, el mar y los edificios que tapan al mar.
Antes eran pocos y los que eran, los sentía para siempre y desde siempre.
Edificios conocidos, numerados e incorporados.
Pausas en el mar que creaban silueta.
Fue una generación de edificios.
La tuya, me dirán algunos.
Yo la sentía para siempre y no me molestaban porque no recuerdo a Barcelona sin ellos.
Fueron protagonistas.
Durante los Juegos Olímpicos y años después.
Reproducidos en gorras, llaveros, platos y banderas.
La silueta del mar de Barcelona desde tierra.
La silueta de la ciudad de Barcelona desde el mar.
La silueta de la ciudad de Barcelona desde el mar.
Pero desde hace un tiempo algo está cambiando y aunque es lento, lo intuyo imparable y “sutil”.
Las leyes de costas (de gran utilidad visto el Hotel Vela que se han sacado de la manga diciendo si, si, aquí si que se puede) y otras supuestas protecciones pueden lograr que no se construya en la arena misma -cosa que, seguro, muchos estarían dispuestos a hacer concluyendo que es bueno para el edificio y su elasticidad- pero no pueden impedir que vayas perdiendo porciones de mar.
Los nuevos edificios se construyen a una distancia del mar pero crecen las alturas y los volúmenes y se pierden horizontes. Donde antes había mar, ahora hay hormigón.
Diagonal Mar, un esperpéntico grupo de edificios que parecen sacados de alguna era comunista. Gas Natural y sus extrañas cristaleras que deberían fundir al edificio con el cielo pero que visto desde lejos, lo convierten en una mole negra y compacta. El Hotel Vela del que ya no hablo. El bloque blanco de edificios que están haciendo en la Barcelona y la grúa que se intuye a la izquierda y suma y sigue aunque no mucho que no quiero exagerar.
Perdemos mar.
Perdemos horizonte.
Y quizás un día, mirando desde el Carmelo, ya no sea ciudad, silueta, mar.
Y quizás sea ciudad, muro, stop.
De momento seguiremos observando.
por suerte el imaginario colectivo siempre podrá contra la construcción masiva, y la imagen mental de la Barcelona con el 73% de horizonte siempre prevalecerá!
ResponderEliminar