sábado, 11 de junio de 2011

Felices en nuestra ciudad


Estitxu-Pamplona


“Estudiando” esta frase de mis apuntes de historia quedó flotando en mi mente, buscando un aterrizaje forzoso:
“En este universo heraclíteo lo único constante y eterno es el cambio y la única realidad de la experiencia es el ajuste al cambio”
El cambio, nuestro mundo cambia, nuestra ciudad parte de este, también cambia, a veces con él, casi siempre si él. Nosotros, individuos partícipes cada día más moribundos de nuestro entorno cambiamos. ¿Pero acaso somos conscientes de este cambio? ¿y si lo somos, como nos afecta?
Con el cambio de las ciudades, ganamos supuestamente comodidades ¿Pero quienes prestan atención a lo que se pierde, lo que se oculta, se tapa, o se destruye sin piedad? No quiero entrar en este dilema pues pensarlo me causa frustración.

Pamplona es una ciudad bella para muchos, demasiado acogedora para otros, demasiado pequeña o demasiado grande, demasiado cómoda o demasiado incómoda. Buf demasiados demasiados.
Es imposible llegar a un acuerdo con las descripciones que hace la gente de ella. Pero todos a los que he preguntado coinciden en decirme que son felices aquí. ¿Cómo?
No conocen nuestra ciudad, no son capaces de reconocer edificios centenarios en una foto. Diariamente se transforma y no prestamos atención. Sus diferentes disfraces enmascaran la verdad y nadie se preocupa por su pasado. Todos la queremos, ¿pero de que modo?
Si son felices en su ciudad y con su ciudad ¿Qué es entonces lo que nos hace felices de nuestro entorno? ¿A que prestamos atención para echar una sonrisa?
Un día de pequeña, paseando con mi abuela, nacida en la
calle mayor, me hizo ver que no sabía nada de la ciudad que me había dado cobijo tantos años:
-Aquí había un arco de piedras enorme como el de la puerta de Francia, y jugaba con mis amigas a ser señoritas de la corte-. –Esto no estaba aquí.- -Allí estaba la huerta de mi padre, si donde esas casa.- -Este era mi colegio.-etc.
Estaba claro, ni idea. Pero todavía me sentí peor al decirle a un peregrino que andaba por allí -mire señor, mi abuela dice que aquí había un arco muy grande…- -Si lo se- me contestó. ¿Cómo? Y porque el lo sabía, vete a saber de donde era y encima estaba de paso. –He leído la guía que nos dieron ayer, y allí lo pone- continuó. Que fuerte, a él le interesaba conocer nuestra ciudad y a mi no me había interesado hasta entonces.
Pero si que es verdad, de turista siempre leo cosas interesantes en todos los papelitos que me encuentro, ¿Es probable que sepa más que ellos de sus ciudades?

Al enseñarles fotos antiguas a los pamplonicas, la gente experimenta melancolía ¿Por qué? ¿Nos da pena que cambie nuestra ciudad? Aunque sea incoherente, creo que no entiendo nada.

Como una idea sin consecuencias es inútil y sin sentido voy hacer un “estudio” para intentar contestar a mis propias preguntas:
§ Con fotos actuales de la ciudad voy a ver que tipo de edificios reconoce la gente y cuantos de ellos reconoce.
§ Les pediré que hagan una lista de adjetivos con los que identifiquen Pamplona, los adjetivos más repetidos los seleccionaré, de este modo por fin podremos definirla.
§ Mediante un test intentaré averiguar que es lo que nos hace felices de nuestra ciudad.

Os dejo viendo fotos antiguas de esta nuestra ciudad:

Me gustaría que si reconocéis los lugares los pusierais, algunos son muy fáciles otros no tanto, a mi me costó lo mío.




Fotografías vía Esteban Gorria:

 













































































 Texto Estitxu Castellano.
Fotografías vía Esteban Gorria.

1 comentario:

  1. Hace un tiempo también llegarón a mis manos fotos antiguas de Donostia...y la verdad es que hay cosas que se por muy cutres que te pareciesen en su día,se añoran...pero cuando observas a alguien emocionado ante la foto de algún lugar desaparecido,pienso que lo que añora son los momentos vividos en esos lugares y no el emplazamiento en sí.
    Ya que por su desaparición y ¨por los años transcurridos¨ sabe que no se volverán a repetir...

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